Patricia García Rodriguez

Seis curiosidades tras jugar al rugby en Japón 

  28/08/2020 13:26


Tras dos meses viviendo la experiencia de residir en Tokio y competir en la liga nacional de rugby 7, os comparto las 6 curiosidades más interesantes que destaco de esta aventura, la #JapanPGR


1. El desarrollo del rugby en Japón

Japón es uno de los países donde mayor desarrollo y crecimiento está teniendo el rugby en los últimos años a partir de una base estructural potente, con una clara comercialización del producto, trabajando en el largo plazo el mercado incluso con eventos de índole mundial y fichajes de gran escala.

Hace unas semanas pude disfrutar de ver por primera vez a Dan Carter en vivo, en lo que fue su primer partido en la liga japonesa, con el Kobe Steelers. Uno de los mejores jugadores de la historia del rugby, el exapertura de los All Blacks con 112 partidos, está apurando em la liga japonesa probablemente sus últimos años de rugby. Hay otros muchos que juegan o han jugado como Liam Messam o Israel Dagg, con quien tuvimos la oportunidad de disfrutar toda una semana de actividades hace justo un año en España en representación de la selección neozelandesa de rugby en el Premio Princesa de Asturias de los Deportes 2017.

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Dan Carter con su equipo de Kobe. (@DanCarter)


Esta acogida de grandes deportistas acompaña al éxito del rugby nacional, que ha dejado algún ejemplo ‘sorprendente’ en grandes eventos con la selección masculina, como la victoria ante Sudáfrica en la Copa del Mundo de 2015 o el cuarto puesto en los Juegos de Río. La selección femenina, aunque con menos sorpresas, mantiene el liderazgo en Asia por el momento, a pesar de su recién descenso como core team en las World Sevens Series. No me cabe duda de que disponen de los medios y recursos para trabajar muy seriamente de cara al gran evento que les depara en casa en 2020, sus Juegos Olímpicos de Tokio.


2. Liga más profesional en la que he jugado

En el masculino tiene mayor peso la liga de rugby 15, pasando el seven casi desapercibido; completamente contrario a lo que sucede en el femenino, donde la apuesta es clara por la disciplina olímpica con una liga de 7 meses (cuatro torneos oficiales) prácticamente profesional. El término ‘profesional’ puede llegar a dar lugar a confusiones, ya que depende la definición que utilicemos y desconozco los estatutos de la Federación, por lo que de forma subjetiva explicaré que para mí es la liga nacional más profesional que he jugado hasta ahora.

Todos los clubes tienen una muy buena estructura, recursos, medios y personal contratado. Un staff mínimo de cuatro personas (hasta ocho en algunos casos). Preparador físico, dos o tres entrenadores, fisioterapeuta/s, manager general, delegado e incluso una persona encargada de ayudar en el futuro de las jugadoras tras su retirada como es en caso del Pearls RC.

En mi club, el Tokyo Phoenix RC, contábamos con cinco personas de staff, entre ellos dos entrenadores, exjugadores internacionales (uno por Japón, otro por Sudáfrica 7s), preparador físico (ex strength&conditioning coach de los All Blacks 7s por más de 10 años, que pudo entrenar incluso al gran Jonah Lomu), manager y fisioterapeuta. Además de disponer de un gimnasio privado que nos reservaba determinadas franjas horarias para poder entrenar las jugadoras extranjeras y un servicio de fisioterapia siempre que necesitáramos.


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Evitando a una rival con el Tokyo Phoenix. (Foto: Tetsuya Takagi)


Los patrocinadores y empresas financian a las jugadoras y staff de forma profesional o semiprofesional. La mayoría de las jugadoras extranjeras de forma profesional, en el caso de las japonesas hay diferentes situaciones ya que algunas están en la universidad cursando sus estudios y otras trabajan, en la mayoría de estos casos en empresas patrocinadoras o 'propietarias’ del club con una jornada parcial para poder entrenar con el equipo pero con un salario de jornada completa en la entidad correspondiente. En el caso del Yokohama TKM, por ejemplo, todas sus jugadoras trabajan para el hospital que financia el club deportivo. Deporte y empresa están muy unidos y van de la mano en el desarrollo de este deporte en el país.

En cuanto el juego, he visto que existe cierta diferencia entre las extranjeras, sobre todo en algunos dominios del juego como las habilidades en el contacto, la fortaleza física en el combate o la toma de decisiones tácticas en el juego. Jugadoras internacionales como la apertura italiana Veronica Schiavon, la campeona del mundo Selica Winiata o la ex Black Fern Hazel Tubic han militado en esta liga. Yo he tenido la oportunidad de ser la primera española, pero seguro y espero que no la única.


La Japan Rugby Union permite un máximo de tres extranjeras jugando a la vez en el terreno de juego, y en los aspectos del juego a los que hago referencia, percibo diferencia de nivel (a menudo, por su morfología, dos jugadoras japonesas tratan de frenar a una jugadora neozelandesa). Es por eso también que a los clubes japoneses les interesan los fichajes extranjeros, no solo por el refuerzo en el rendimiento de sus equipos, sino por el desarrollo que supone en el largo plazo: aumento de nivel de sus jugadoras nacionales al entrenar y competir en su propia liga con ese reto. Curioso, sin embargo, el reciente equipo vencedor de la liga japonesa de rugby, el Nittai, uno de los pocos equipos que no cuenta con ninguna jugadora extranjera en su cantera; todas son estudiantes en la Universidad.


3. Una 'cena' para desayunar

La gastronomía japonesa es muy rica en cuanto a la variedad de alimentos y saludable. He podido probar todo tipo de especialidades, como el okonomiyaki, shabu-shabu, yakiniku o el yakitori... Y, por supuesto, el ramen, el sushi o el sashimi. Apta para todos los gustos, pero eso sí, en su día a día, el desayuno, la comida y la cena habitual es prácticamente el mismo tipo de alimento. En los torneos que he disputado el desayuno podía ser la cena perfectamente, con arroz blanco, sopa miso, verduras, albóndigas de carne e incluso pescados, por lo que en este último opté por llevar mis propios cereales y fruta para no variar tanto la comida habitual en el día de competición.

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Instagram @PGR_RUGBY


4. Tecnología con tradición

En España nos hacemos eco de los avances e innovación de la tecnología en Japón, pero existe aún un gran contraste en este sentido. Me ha sorprendido la gran cantidad de pequeñas calles de un solo carril de Tokio, una ciudad con 20 millones de habitantes, que aún guarda esencias como los numerosos restaurantes familiares, cabinas de teléfono o incluso el antiguo teléfono ‘de rueda’. Su respeto por conservar ciertas tradiciones no choca con la última tecnología.


5. Más reverencias que a una reina

En las calles se camina siempre por el lado de la izquierda, no circules por la derecha que tendrás algún choque. Aún si no viene mucha gente, probablemente se frenarán como sin entender por qué vas por el lado contrario al establecido. Las bicicletas y los peatones conviven en muchas ocasiones en la misma acera de forma pacífica y en dos meses sólo he escuchado el claxon de un coche. El orden de salida y entrada en los trenes es sepulcral, con líneas pintadas en el suelo que corresponden exactamente a las puertas de entrada y salida donde para cada vagón. Aunque en las horas puntas el agobio en el transporte público es máximo, el respeto se impone y se nota que es un pilar esencial de su educación. Será difícil consumir algo en cualquier establecimiento sin obtener un encuentro cordial y agradable, con las habituales reverencias en símbolo de respeto y agradecimiento. Otra cuestión primordial es el de la limpieza: cuesta encontrar papeleras en los lugares públicos pero está todo bastante limpio.


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6. Lo que se les viene encima

Japón albergará en menos de dos años dos de los tres eventos deportivos más grandes y seguidos del mundo: la Copa del Mundo masculina de rugby 15 (de septiembre a noviembre 2019) y los Juegos Olímpicos de Tokio 2020, cuyos taxis de la ciudad ya lucen con orgullo el logo de la gran cita.

Ojalá pueda volver de nuevo a Japón, esta vez con las Leonas para disputar de nuevo el sueño olímpico... 


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Patricia Garcia Rodriguez