Patricia García Rodriguez

La historia de Guillermo, el exconvicto agarrado a una pelota de rugby 

  25/08/2019


A los 18 años encontró en las drogas la 'amortiguación' a sus problemas. La adicción le llevó a la calle, a los conflictos, le atrapó por completo. Hasta que el rugby apareció en su vida.

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 Guillermo. (Foto: Aljaz Babnik & Sergi Gómez)


Guillermo Antonio Velázquez Collado tiene 35 años. Su semblante muestra una actitud resiliente, tranquila, obtenida a través de la contención. Sus ojos oscuros, humanos, que brillan sin tensión, son el reflejo de quienes lloran o gritan por el mismo dolor.

La potencia de su mirada deriva de una vida marcada por el sufrimiento y la superación. A los 18 años, cuando las drogas comenzaban a hacer estragos entre los jóvenes de su zona, Guillermo encontró en ellas la 'amortiguación' a sus problemas. La adicción le llevó a la calle, a los conflictos, le atrapó por completo en un mundo lleno de decadencia y desilusión que acabó privándole de su libertad. Fue entonces fue cuando el rugby apareció en su camino.

Es siempre impactante encontrarme en el camino historias tan duras, de personas que han vivido y sufrido situaciones muy difíciles, contextos extremos, condiciones inhumanas. Lo conmovedor es cuando me cuentan que el rugby les cambió la vida, a todos y todas, para salir adelante. Cuando una historia así, tan dura y fría, se convierte en superación me inspira para seguir mi camino y compartir los valores de este deporte.

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Foto: Aljaz Babnik.


La droga y la calle. "Fue muy difícil convivir con mi familia, con mis hermanos. La droga, como un amortiguador a mis problemas, me fue consumiendo poco a poco convirtiéndome en otra persona que no era. Me consumió por completo, llegando a estar en la calle", cuenta Guillermo. Parece increíble cómo la droga puede destruir una vida, como me contaba Guillermo, disminuyendo tu ánimo y tus ganas de salir adelante. También parece increíble cómo el rugby puede ayudar a cambiar esa situación.

Guillermo llevaba dos años preso en el centro penitenciario de Valparaíso (Chile) cuando el rugby apareció en su camino. Cambió la droga por el deporte como manera de canalizar su angustia, sus penas y sus frustraciones. Cuando acabó su condena dijo: "Quiero jugar". Y desde entonces hasta ahora, reinsertado, sigue participando en el Villa Alemana Rugby Club (Chile).

"El rugby puede cambiar el mundo", dice Guillermo. "Estoy convencido de lo que entrega y de los valores, que son transversales. No solo es un deporte, va más allá, puede romper barreras sociales y puede cambiar el destino de ciertos colectivos que no encuentran una dirección".

Guillermo sueña ahora con ser un campeón, con dejar un legado, con divulgar su historia y convertirla en un ejemplo. Guillermo, para mí, ya es un campeón, un campeón de la vida y con el cual tengo algo en común. Ambos creemos que uno siempre quiere dejar una marca en el planeta o donde vive. "Una de las cosas que me gustaría hacer es difundir más allá el rugby, poder hacer que el rugby pueda llegar a cualquier persona", dice. Yo le voy a ayudar. Con Rugby Libre** estamos creando un documental de cada gira en la que viajamos. En Chile nos centraremos en que Guillermo y otras personas como él tengan oportunidad de transmitir su mensaje, de compartir su historia de superación, de hacernos entender la forma en la que el rugby puede cambiar el mundo.

Para Guillermo, libre significa vivir todo lo que te da la vida.

Aire, caminar, jugar, conversar, aprender, respirar, amar.


*Elena Belloch también ha contribuido a la redacción de este artículo.

**Rugby Libre es un proyecto de la deportista olímpica Patricia García nacido de la pasión por potenciar las capacidades personales y promocionar el rugby y sus valores como medio de educación social y de expresión de la libertad individual. En los últimos años ha viajado a Chile, Brasil y Marruecos para desarrollar esos objetivos.


Árticulo publicado en El Confidencial

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